Friday, October 31, 2008

UN NEGOCITO INTERESANTE





Porque donde esté vuestro tesoro,

allí estará también vuestro corazón.


Mateo 6:21 (Casiodoro de Reina, 1569)








El lugar de la sociedad



Mucha razón tiene el cineasta español Fernando León de Aranoa cuando, en voz de las protagonistas de su película Princesas, afirma: “Existimos porque alguien piensa en nosotros”. La frase acude a la memoria, acaso de manera circunstancial, luego de dar lectura al magnífico ensayo de Tzvetan Todorov, La vida en común, en el que plantea la condición social del ser humano como aspecto irrenunciable de su naturaleza. En un ejercicio intelectual en el que interactúan filosofía y sicoanálisis, el pensador se ocupa de hablar, no como se hace comúnmente, del lugar del hombre en la sociedad, sino a la inversa, del lugar de la sociedad en el hombre. Así demuestra que el ser humano está condenado a ser incompleto, que aspira al reconocimiento y que su ser, incluso en soledad, está hecho del encuentro con los otros. “¿Qué significa exactamente este hecho admitido de manera general de que el hombre es un ser social? ¿Cuáles son las consecuencias de reconocer que no existe un yo sin un tú? ¿En qué consiste para el individuo la restricción de sólo poder conocer una vida en común?”, se pregunta.


Título: La vida en común: ensayo de antropología general. Autor: Tzvetan Todorov.

Traducción: Héctor Subirats.

Editorial: Taurus.

Número de páginas: 231.

Precio de lista: 169 pesos.






A la memoria de Leon Trotsky.


Fue pasajera la tal frescura. ¡Qué nos dura el nortecillo, bato! En la frontera tamaulipeca hemos recuperado rápidamente la extraviada claridad.



El equipo de fut de mi carnal ha perdido su condición invicta en el torneo local. Después de aplastar al contrario con cuatro goles sin respuesta en un meteórico primer tiempo; el partido ha sido suspendido por falta de quórum, perdón, por exceso de jugadores expulsados. Ya les había advertido del riesgo uno de sus coequiperos: vas a ver que va a tratar de compensar, y seguro también nos expulsa a uno de nosotros. Yo mismo pensé que el árbitro se había europeizado, y solo estaba permitiendo el juego rudo, ¡cuán equivocado estaba!


¿Y tú qué hacías del lado de los contratos, sorry, los contrarios?, me preguntaron los del equipo, después de que se desactivó la bronca. "Pus, organizando la defensa, güey. Había que cuidar la ventaja, ya iban 4 a 3, bato." Uno de los nuestros agrega:"Sí, loco, ese árbitro que mandaron la estaba cajeteando toda. ¿Y qué les dijiste?", me pregunta. "Nada, bato. Uno de ellos se enchiló porqué cuando les expulsaron al tercero de ustedes, él le estaba gritando al cuervo, y yo le dije: ‘¿Pus, quien está pitando, compa?" Así es, ni la derrota fuera de la cancha ha desmotivado al equipo; a decir verdad, la razón les asiste, siguen encabezando la temporada.




Y la razón nos asiste. Aunque hemos ganado en la cancha, en el papel, i.e., los dictamenes no hemos podido plasmar completamente el apabullante dominio en la contienda legislativa. De Reforma Parcelaria a Reforma Quitapón: agréguese o quítese a conveniencia. No ha de pasar tal vez mucho tiempo para que contemos con Reformas Mutantes o Autocorregibles, a las necesidades de las Big Oil Companies, sorry, del cliente.



Martes Negro. Suerte que en las sui generis headquarters de este exitoso changarro haya televisión con servicio de cable. Una amiga mía que trabaja en una oficina gubernamental no pudo seguir el debate legislativo por interné como yo. Le sugerí que lo hiciera mediante el sitio cibernético del congreso, y pudo lograrlo solo por unos minutos hasta que el administrador de la red bloqueó la pagina electrónica. Tal censura es entendible allí, mucho más difícil de digerir es la sustitución de la programación original del canal del congreso por una alternativa de mayor calidad para el televidente en otras partes de la Republica.



El primer sorprendido de la tardeada es un amigo de la familia que también trabaja una comercializadora. El compa bajito, rechoncho y güero, arriba justo cuando la cabeza visible del movimiento lee su discurso, y me dice: "Yo no sé quien pela a ese cuate todavia." Con tal de no tener que darle una larga explicación (estar pacíficamente organizado e informado sin necesidad de irracionales fidelidades) que me consuma todo el día levanto mi mano, y rápidamente, sin darle oportunidad de que se reponga agrego: "es que aquí estamos muy despolitizados la neta. Eran un poco mas conscientes en el centro y Sur de la Republica, te lo digo porque yo viví alla." Un poco desarmado se despide con un: "eso sí."



Uno de los clientes frecuentes de mi familia llega poco tiempo después. No debe ser muy común que sintonicen el canal del congreso en esta oficina porque el cliente se acerca interesado en saber que es aquello que captura mi atención frente al televisor, y cuando lo ha averiguado me dice: "¡Ah!, por ahí debe estar mi hermano, es diputado (de los azulitos) por Reynosa." Mmm, con un "¿apoco sí?", me ahorro cualquier comentario que pudiera ser erróneo, "sí, por ahí debe andar ahorita." Prefiero reservar mis baterias para darles, de forma suscinta, el contexto del tema que se discute en la cámara a un par de neofitos interesados.


¿He perdido un poco del interés debido a una tragedia más del movimiento, después del agridulce resultado legislativo? Not at all, myths. "A lesson once learned is so hard to forget." Tatuado en mis neuronas está aquel 3 de Julio de 2006 que no se olvida cuando; como por arte de magia, un inverosímil comportamiento estadístico, le concedió la victoria electoral a nuestro ilegítimo presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Actualmente se necesita un huracán de máxima categoría pa' despeinarme siquiera, compas.



No me extraña tampoco el zizagueante comportamiento de nuestros diputados. Ya me lo había adelantado de alguna manera todo el séquito del otrora cuñado más codiciado de Norwich: izquierdosos que retornan con altos puestos gubernamentales, compañeros de francachelas que reciben apoyos económicos para sus investigaciones, estudiantes fallidos (nunca alcanzaron el grado) que encuentran acomodo en la productiva ubre oficial, repatriaciones express para los bien portados, miembros del pequeño círculo casi secta que reciben cobijo burocrático, estancias sabáticas para los ultras, y una larga lista de pequeños lujos que solo una exclusiva membresía puede brindar.



De tal modo, que las ediciones sintácticas de última hora a los dictamenes no me encuentran totalmente desprevenido. ¿Creen que ya he olvidado aquellas propuestas para la Convención Nacional Democrática que nunca se enviaron? ¿O aquel otro escrito que íbamos a dirigir a la UE para recordarle la cláusula democratica de nuestro tratado de libre comercio, y al que le dieron largas para que jamás saliera a la luz pública? La culpa la tengo yo por confiar en promesas de borracho.


La esperanza de amarrar retribuciones (interesantes negocitos) por el contacto con el círculo cercano al ungido, no es más que un microcosmos (aportación involuntaria de una güerita, que espero haya terminado ya las correcciones a su tesis doctoral, por favor no tomes mi mal ejemplo) de una realidad mayor. Obviamente, para que estos contratitos de grandes ligas convengan, el selecto grupo ha de ser de division minúscula. Sobre ese reducido número de iniciados con acceso libre al Olimpo y todas sus ventajas ha dado cuenta puntual mis maestros, amén de las últimas noticias que con calzador se han filtrado y alcanzaron los encabezados de los pasquines del circulo rojillo.


Debo pensar, aunque Mr. McCain me acuse de socialista (lo cual me paso por el arco del triunfo), que el tener una fuerza organizada de 3 millones de pelados (que el peloncito ya quisiera para un dominguito en el Zocalo), y los otros potenciales 75 millones más a la deriva, implicarían una distribución de la riqueza más equitativa. A menos, claro está, que se traicionen los principios o las promesas de esta Revolución Pacífica de principios de siglo. Cargar sobre los hombros de una sola persona (por más valiosa que esta sea) el peso de todo el movimiento, solo puede tener, a mi parecer dos lecturas: apenas está germinando un poder popular real o el líder es un ser sobrenatural bien chipocles.


Los mercenarios de la pluma tienen mas de 2 añejos augurando la desintegracion de la resistencia civil pacifica, y por ende la muerte politica de su cabeza visible. Mientras que los analistas mas picudos han comenzado, aunque arriesgadamente, a vislumbrar la importancia historica del movimiento: la exigua masa organizada influyó en la última legislación sobre la reforma energética, pero no apuestan a reconocerla como la creación de un verdadero poder ciudadano, que en su más amplia acepción sea capaz de instalar una democracia participativa en México.



Hasta el dia de hoy no existen evidencias tangibles de un mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de toda la bola de jodidos en Mexico (y las de nuestros paisas en gringolandia están vertiginosamente empeorando), vaya ni siquiera se han mitigado como las de algunos de nuestros hermanos latinoamericanos. Es por ello que, a menos que nuestro deseo sea avanzar individualmente, esto es, que cada quien se rasque con sus propias uñas, al final mientras la lucha sigue estamos solos, ...o sea, todos LOS RENEGADOS juntos. AL TIEMPO.




M@RCOntratista,


MATAmoros, Tam(anoseada),


31/10/08.



... convencido de que va a CAER.



PREGUNTAS SIN RESPUESTA:


Oigan, ¿qué extraña fascinación ejerce TJ para que hasta el cachorro Azcárraga haya recibido entrenamiento en esa frontera?


Una buena noticia, maestro. Uno de los intelectuales Vargas Llosa acaba de despejar la duda sobre el real significado de la palabra populismo.



SPECIAL REQUESTS:


Comp@s, despues de que a los neoliberales les han fallado todas las recetas esotericas; con tal de que le encuentre la cuadratura al círculo podríamos sugerirles que apliquen las matemáticas crípticas:


Maths inc.: Economic Sciences

& Fibonacci pt.1/3



ENCORE MÍTICO:





AQUÍ ME TOCÓ JALAR:



Viene mas tarde...











Sunday, October 26, 2008

Quémese después de leerse



Carlos Bonfil
carlos.bonfil@gmail.com


“He llegado casi al límite de adonde este cuerpo puede llevarme”, esta frase la pronuncia con aplomo y desenfado Linda Litzie (Frances McDormand), empleada de un gimnasio, al percatarse de la urgencia de someterse a una cirugía plástica completa. Los costos de la intervención son tan elevados que es preciso una solución providencial, misma que llega bajo la forma de un diskette con información confidencial que compromete a la CIA y a uno de sus ex empleados, Osborne Cox (John Malkovich), y que la impaciente Linda podría vender nada menos que a los servicios de inteligencia de la embajada rusa. Esta premisa delirante es uno de los detonadores del thriller vuelto comedia que bajo el título de Quémese después de leerse (Burn after reading) ofrecen hoy los cineastas Ethan y Joel Coen. Al absurdo anterior se añaden, en acumulación irrefrenable, las situaciones más inverosímiles que son capaces de inventar los autores de El apoderado de Hudsucker. Apenas se adelantan aquí unas cuantas: el alcohólico Cox, energúmeno resentido, está casado con Katie (Tilda Swinton), pediatra avinagrada que detesta a los niños; ella mantiene mientras tanto una relación adúltera con Harry Pfarrer (George Clooney), un seductor tan abstraído e impredecible que termina ligándose a la esquizofrénica Linda, con lo que se cierra el círculo que une a todos los personajes con la trama inicial de espionaje involuntario para recuperar la información clasificada. A este embrollo cabe añadir la torpeza monumental de Chad (un Brad Pitt irreconocible), compañero y confidente estrafalario de Linda en el gimnasio, quien termina complicándolo todo. Algunos personajes secundarios completan el cuadro, y uno de ellos (J.K. Simmons), ejecutivo de la CIA, lo hace de manera magistral con líneas contundentes. El conjunto: una gran familia idiota estadunidense, vista con el humor afilado y muy negro de los hermanos Coen.

Después del formidable drama Sin lugar para los débiles (No country for old men), seguía, al parecer, en el zigzag creativo de sus autores, el contrapunto de una farsa, y ésta debía tener proporciones casi cósmicas, por lo que naturalmente debía iniciar con una toma en picada, desde el espacio exterior hasta el planeta Tierra, casi en versión de Google Earth, dirigiendo la lente con precisión de misil hasta el cuartel general de la CIA, donde debía desencadenarse un drama con el despido, a cuán justificado, de uno de sus ejecutivos menos confiables, el maquiavélico Osborne Cox. Lo que seguiría después de este arranque, difícilmente podría tener la sutileza humorística de Fargo, o la misteriosa truculencia de Barton Fink, dos de las mejores cintas de la pareja. Quémese después de leerse ostenta, con fanfarronería similar a la de sus personajes centrales, y con dosis parejas de cinismo, un gusto declarado por el despropósito verbal, por el exceso en las caracterizaciones (Brad Pitt, una imbecilidad sonriente potenciada por las proteínas; Tilda Swinton, un abismo de malevolencia; Frances McDormand, una histérica incontenible), y por un escepticismo radical que hace de la vida política y de las intrigas de los servicios de inteligencia todo un compendio de la estupidez humana.



No sorprende entonces que en los actuales tiempos de crisis financiera global, y de esperanzada corrección política, la sátira de los hermanos Coen defraude las expectativas de sus críticos mejor intencionados en el país del norte, quienes le reprochan, por decir lo menos, irreparables faltas de buen gusto o de coherencia, añorando películas suyas más controladas y, por decirlo rápido, menos cínicas. Sin ser una cinta con tintes muy claros de farsa política, es inevitable pensar que al cabo de ocho años de una administración Bush tan calamitosa como deplorable, la mirada de los realizadores de este hilarante thriller difícilmente podía ser menos ácida y menos cruda. Si a algo remite su tono irreverente es al inventario de mentiras y torpezas políticas padecidas en Estados Unidos estos recientes años. Frente a la obcecación e idiotez, justamente sancionada, de sus altos mandos políticos y militares, la sátira de Quémese después de leerse pega no sólo justo, sino tal vez por debajo de su inspiración posible. Cada personaje en la cinta es emblema exacto de algún idiota satisfecho, en el mundo del espionaje, de la política o de las finanzas. Y si todo ello termina siendo una verdadera caricatura, habrá que dar por ello un crédito mayor a los modelos que al dibujante.


http://www.apple.com/trailers/focus_features/burnafterreading/