Cumple 25 años de muerto el icono del cine surrealista
Madrid, 27 de julio. Hoy día, la escena pone la piel de gallina a los espectadores: en primer plano se muestra cómo le cortan el ojo a una joven mujer en Un perro andaluz, primera película del cineasta español naturalizado mexicano, Luis Buñuel, quien escribió esta historia junto con el pintor surrealista Salvador Dalí.
El director de cine, pilar de la cinematografía mundial, cumple hoy 25 años de fallecido, por lo que será recordado en España con una exposición de mil fotografías que realizó para algunas de sus películas.
El objetivo de la muestra en la Filmoteca Nacional, según sus organizadores, es mostrar la otra cara de Buñuel, como un elemento más en la realización de sus películas; será inaugurada el próximo martes y permanecerá hasta octubre próximo.
En las gráficas de Buñuel se pueden apreciar los distintos ambientes de México, ya que retrató tanto selvas tropicales y manglares de Acapulco como zonas urbanas.
Buñuel llegó a México en 1946, donde permaneció hasta su muerte, en 1983. Entre 1947 y 1965 filmó en el país 20 películas, entre las que se encuentra Los olvidados, declarada patrimonio intangible cultural de la humanidad.
La gran mayoría de sus producciones fue realizada en Francia y México. Le gustaba reflejar la visión pesimista y cruel de la vida, como lo demostró en Las hurdes, y la ya mencionada Los olvidados.
Luis Buñuel Portolés nació el 22 de febrero de 1900 en Calanda, España; era hijo de Leonardo Buñuel González y María Portolés Cerezuela. Fue el mayor de seis hermanos y pasó su infancia en Zaragoza, donde estudió la primaria y secundaria en escuelas jesuitas.
Estudió violín y tocó en el coro de la Virgen del Carmen, de Zaragoza; al concluir el bachillerato, a los 17 años, fue a Madrid, donde cursó la universidad; además, practicó boxeo, disciplina en la que fue campeón de peso ligero amateur con el sobrenombre de El León de Calanda.
Se casó con la francesa Jeanne Rucar, a quien conoció cuando estudiaba anatomía en París, y quien obtuvo medalla de bronce en los Juegos Olímpicos realizados en la capital francesa en 1924, compitiendo en gimnasia artística. Con ella tuvo dos hijos, Jean Louis y Rafael. Su afición no fue el cine, sino la literatura. En esa época conoció a los más importantes literatos. Publicó cuentos y poesías; algunas de esas obras fueron usadas posteriormente para sus películas.
Buñuel conoció a Salvador Dalí, Federico García Lorca, Pepín Bello, Juan Ramón Jiménez y José María Hinojosa, entre otros. En 1925 decidió dedicarse al cine y se mudó a París, donde trabajó de asistente y ayudante de dirección en tres películas. Más tarde ingresó a la academia parisina de cine.
En 1928 realizó Un perro andaluz, película considerada de manera unánime como una de las mejores de la historia y máxima exponente del cine surrealista. En su tiempo fue duramente criticada, incomprendida e incluso prohibida.
“No quiero que (la película) alegre a los espectadores, sino que los ofenda”, afirmó Buñuel sobre la intención de la cinta. Sin embargo, lo que en aquel momento conmocionó a la audiencia luego sería modelo de muchas cintas de terror.
Tanto en Psico (1960), de Alfred Hitchcock, como en El silencio de los inocentes (1990), de Jonathan Demme, hay elementos de la cinta. El cantante británico David Bowie estaba tan fascinado con esta obra de Buñuel, que durante una gira de 1976 la mostraba antes de sus conciertos.
El cineasta rompió su relación con Salvador Dalí, a quien había conocido en la residencia de estudiantes en Madrid. Allí tuvo origen la famosa Generación del 27, a la cual también pertenecieron poetas como Federico García Lorca y Rafael Alberti. Buñuel y Dalí volvieron a colaborar en 1930, en la película La edad de oro, que se estrenó en Londres el 2 de enero de 1931.
Tras la proclamación de la República, Buñuel regresó en 1931 a España y un año después filmó el documental Las hurdes, sobre la miseria de los habitantes de la región de Extremadura. Las imágenes de los cadáveres de niños en las calles fueron incluso demasiado brutales para el gobierno de entonces, que prohibió la película, lo que amargó a Buñuel, republicano y convencido miembro del Partido Comunista.
Así, viajó a Hollywood, contratado por los estudios Metro Goldwyn Mayer; ahí conoció a Charles Chaplin y a Serguei Eisenstein. En 1933, financiado por su amigo Ramón Acín, filmó Las hurdes: tierra sin pan, documental sobre la comarca extremeña. Su prohibición le causó un gran desengaño.
La victoria de Francisco Franco en la guerra civil (1936-1939) lo obligó al exilio. Tras varios años más bien inútiles en Hollywood y Nueva York –el Museo de Arte Moderno lo despidió tras ser denunciado por Dalí como comunista–, en 1946 Buñuel y su esposa Jeanne se marcharon a México. El discreto encanto de la burguesía obtuvo en 1963 el Óscar a la mejor película extranjera.
En 1938 visitó Hollywood por segunda vez; el gobierno republicano español, desde el exilio, le encargó la supervisión (como consejero técnico e histórico) de dos películas acerca de la guerra civil española. Después viajó a México, donde vivió 36 años y reapareció en las labores de dirección en 1947, con Gran casino, protagonizada por Jorge Negrete y la argentina Libertad Lamarque. La película fue un notable fracaso comercial y le costó tres años de inactividad.
En 1949 estrenó El gran calavera, y un año después Los olvidados, que provocó duros cuestionamientos hacia su persona. Además, fue una película criticada en Europa, pero triunfó en el Festival de Cannes de 1951, y recibió el Premio de Dirección y Crítica Internacional.
Como director, Buñuel trabajó entre 1929 y 1977 en un total de 32 películas. Además, en 1930 rodó Comiendo erizos, filme mudo de sólo cuatro minutos, con la familia Dalí como protagonista.